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La Geofísica: nuestros ojos bajo el suelo

Después del interesante foro de Semana acerca del fracking, queda clarísimo que los riesgos de esta actividad están identificados y que existen las medidas para mitigarlos. Esta claro, por ejemplo, que es la inyecciòn de fluidos en cercanía de fallas activas la que puede desencadenar alguna sismicidad significativa y no el fracturamiento mismo. Se hizo evidente que lo responsable es contar con una caracterización detallada del subsuelo antes de proceder y que la regulación actual expedida por las autoridades contempla este requisito.


Buena parte de las personas que se oponen, tienen la falsa percepción de que las empresas se van a lanzar a hacer fracturamiento a la buena de Dios, sin saber que es lo que hay allá a abajo y sin haber cuantificado previamente los riesgos. Nada más alejado de la realidad.


Salta a la vista que para muchos de los asistentes al foro y para el público en general, es desconocido el papel decisivo que juega la geofísica en el entendimiento de todas las variables involucradas en el fracturamiento hidráulico. Es la sísmica, la que nos permite conocer en detalle la configuración estructural del área de interés. Los espesores de las unidades de roca, la presencia y naturaleza de las fallas e inclusive la presencia de fracturas naturales, su densidad y su orientación preferencial. En combinación con otras disciplinas científicas, la geofísica posibilita investigar el regímen de esfuerzos imperante en los estratos de shale. Por su parte, la técnica de sísmica pasiva, que ha derivado en la actual microsísmica, permite monitorear la geometría de las fracturas, es decir su extensiòn lateral y vertical. Durante la operación misma de fracturamiento se hace un seguimiento en tiempo real de lo que ocurre en el subsuelo lo cual asegura una reacciòn inmediata en caso de problemas y más importante aún, aporta valiosa información para optimizar las operaciones siguientes, ahorrando valiosos recursos y minimizando el impacto ambiental. (ver imagen)


Son también herramientas geofísicas como la geoleléctrica o la magnetotelúrica las que ayudan a caracterizar los acuíferos superficiales, para confirmar que las distancias con respecto a las zonas a fracturar sean las prudentes.


Las herramientas geofísicas son nuestros ojos en el subsuelo y constituyen una valiosa fuente de información, para hacerle el seguimiento necesario a una operación de fracturamiento hidráulico. Nos alejan de la especulación y de la dañina generalización y nos permiten acumular conocimiento de manera sistemática y ordenada que podemos usar para múltiples fines, inclusive diferentes al de la explotación de hidrocarburos.


No deja de ser lamentable y hasta sorprendente que en Colombia no exista una escuela de geofísica de larga tradición, como si la hay en Brasil, México, Venezuela o Argentina, por ejemplo. Eso habría ayudado a combatir la funesta campaña de desinformación que ha circulado y que ninguna facultad de geociencias ha salido a refutar. No obstante, en Colombia se hace buena geofísica, se aplica tecnología de punta y hay un excelente material humano local que trabaja con altas dosis de patriotismo.


Hoy en dia, el trabajo sinérgico entre la geofísica, la geología, la geomecánica, la petrofísica y la ingeniería de petróleos ocurre como una dinámica natural en el desarrollo de proyectos de petróleo/gas y resulta asombrosa la cantidad de información que puede reunirse acerca del subsuelo para adelantar operaciones cada vez más eficientes.


Entre muchas otras acciones, sería importante fortalecer de manera importante el desarrollo de la disciplina geofísica en Colombia desde los niveles de pregrado. Una política estatal tendiente a formar un buen número de profesionales en geofísica sería una acción inteligente para construir desarrollo sostenible sobre bases sólidas. Nunca es tarde. Ahí queda la inquietud.



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